by Carmen Álvarez
La perla del Oriente, la ciudad más poblada de China y su capital económica, es mundialmente famosa por sus prominentes y emblemáticas edificaciones que dan cuenta de su dramático grado de desarrollo en los últimos tiempos.
Sin embargo, es el misterio sobre su pasado, lo que la hace tan irresistiblemente atractiva y seductora.
Construida sobre el comercio de opio, seda y té, la ciudad supo también atraer a las grandes casas financieras del mundo las cuales erigieron allí grandes palacios.
Fue su gigante puerto comercial el origen de esta gran ciudad.
El período de 1912 a 1936 se convirtió en su Edad de Oro y pasada la década de los años 30 del siglo XX, llegó a ser la primera gran metrópoli de China, incluso de todo Oriente, y era igual de próspera que Londres, París, Nueva York o Berlín.
Pero también tuvo su contracara. Antes de convertirse en el puerto internacional más grande de Asia, a la par vino su desprestigio como ciudad sinónimo de todos los vicios: fumaderos de opio, prostitución, mujeres fatales, garitos de juego, drogas, nido de aventureros, lo que duró hasta la invasión de Mao. El Partido Comunista Chino (CCP) se formó aquí en 1921, y luego de numerosos contratiempos, liberó la ciudad en 1949.
Los comunistas erradicaron los barrios pobres, rehabilitaron los cientos de miles de adictos al opio, y eliminaron el trabajo y la esclavitud infantil lo que fueron logros impresionantes.
Hoy, la obsesión de la mayoría de sus visitantes, lo que todos quieren encontrar, en cualquier vuelta de esquina, es algún vestigio de ese insinuoso pasado.
Lo que verdaderamente encuentran son los más modernos shoppings, las grifas de moda más caras del planeta, las cadenas americanas de fast food más conocidas, en definitiva, la modernidad en su quintaesencia.
En la actualidad, su economía floreciente, su liderazgo y su intrínseca confianza en sí misma, la han puesto por delante de otras ciudades chinas. Es el nuevo paraíso de los asesores financieros y fortunas colosales se han levantado aquí.
Es una ciudad fascinante y no pudimos ser ajenos a su encanto. Personalmente opino que la zona que nadie debería perderse de recorrer, la que nos atrapó y por eso la recomendamos calurosamente, es el Bund (llamada así por los británicos), la franja de edificios antiguos patrimonialmente protegidos que bordean el río HuangPu enfrente al moderno Pudong que fue el emblema del desarrollo financiero de finales del siglo XIX y principios del XX.
Al emprender una caminata de casi un kilómetro se puede comprender por qué es el lugar favorito de sus habitantes y de los extranjeros para largos paseos. El estilo de sus edificios históricos ha pasado por varias épocas que van desde el estilo romano al gótico, incluyendo el renacimiento, barroco, neoclásico, para terminar al fin en el Art Deco de las viejas mansiones de las décadas del veinte y treinta, testigos de las antiguas concesiones internacionales, en particular inglesas y francesas.
Es la quintaesencia de la belleza, es la médula de la historia de Shanghai, es la confluencia más perfecta de las culturas occidentales y orientales. Nadie puede sustraerse a soñar e imaginar la vieja Shanghai estando en el Bund. Tomar el té en el salón del maravilloso hotel The Peninsula, en pleno Bund, fue uno de los puntos altos de mi viaje, una experiencia cargada de significado, un ritual conformado de claves, donde todo lo que me rodeaba parecía expresar el rico entrelazamiento de las tradiciones chinas y británicas con su historia cargada de esplendores pero también de sinsabores. Los balances de esa tensión histórica son difíciles de evaluar porque son siempre subjetivos, pero este país moderno y avanzado que es la China de hoy parece haber superado con gran sabiduría cuanto pudo haber de negativo en esa relación.
De eso se trata. De sacar provecho del rico pasado, de ponerlo a nuestro favor, de hacer un ejercicio de superación que solo los grandes pueblos milenarios con tantas vivencias a sus espaldas pueden realizar.
Shanghai nos parece un exponente de esa visión optimista y proyectista de la vida y del mundo. De allí su éxito, de allí su plena vigencia.
Women in Move / Editora Carmen Álvarez