En esta sección de nuestro blog queremos difundir las historias de personas vinculadas a las sociedades uruguaya y argentina tanto sea por lazos familiares, por vida profesional, por localización o por simple elección de estilo de vida.
Por ello nos estusiasmaba mucho la idea de que nuestra primera entrevistada fuera una personalidad sumanente conocida y querida en ambas márgenes del Plata.
Mecha Gattás es una auténtica argentina que ha vivido la mayor parte de su vida en Uruguay, pero no es cualquier persona. En nuestro país construyó no solo una familia, sino una trayectoria, un prestigio, una inserción social y cultural sumamente potente. No hay persona en Uruguaya que no sepa quién es y eso se debe a muchas de sus virtudes entre las cuales está la no menor tarea de haber dedicado su vida a difundir la cultura y a tender puentes entre nuestros dos pueblos.
Nació en Buenos Aires, de familia paterna proveniente de Corrientes, de enorme fortuna y muy tradicional. Abuelo periodista y escritor y abuela dedicada a la beneficencia en gran escala. Posteriormente se trasladan a Buenos Aires donde su abuela se sigue dedicando a la beneficencia. “Las mujeres de esa época que se dedicaban a la beneficencia” nos cuenta Mecha, “tenían más poder de lo que la gente se imagina”.
Por el lado materno, su abuelo fue Tiburcio Aldao quien, entre otras cosas, organzó el primer Congreso Eclesiástico en la Argentina.
Junto a su abuela, Raquel de Casas, tienen tres hijos entre los cuales está su madre que se casa con Jauregui.
Viven en Buenos Aires en La Lucila, sobre la calle Madero donde pasa sus primeros siete años hasta que fallece su madre cuando pasa a residir con los Aldao en la calle Agüero enfrente a la ex quinta presidencial, hoy la Biblioteca Nacional. Tiene una niñera española y una gobernanta inglesa, el inglés es casi su primer idioma. Va al Michael Ham College primero y luego al Northlands.
La vinculación con el Uruguay comienza muy temprano en su vida. Ya el verano anterior a la muerte de su madre, empezó con su familia a veranear en Punta del Este.
Luego, el padre se vuelve a casar con una uruguaya y pasan a vivir un tiempo en Montevideo en la zona de Pocitos. La vida en Montevideo fue para ella una experiencia fantástica y enseguida se vinculó socialmente y se convirtió en rioplatense.
Continuaron yendo a Punta del Este y se hace muchos amigos uruguayos. La zona de San Rafael es en esa época un lugar de encuentro social y ahi cultiva muchos de sus amigos.
Justamente allí conoce a su primer marido, el uruguayo, Pizzorno vinculado a la familia del Hotel San Rafael y su suegro hace la capilla de San Rafael para su casamiento.
Tiene su primer hijo, Alejandro.
Luego de su divorcio, vuelve a Montevideo y luego de un tiempo, en Punta del Este, conoce a su segundo marido, también uruguayo, el famoso Bocha Gattás. Vive por 35 años en Punta del Este donde nacen y se educan sus otros tres hijos.
La vida cultural fue para ella muy importante y un punto de acercamiento entre ambas sociedades, un punto de encuentro donde se reconocen las similitudes y las diferencias se toman como un enriquecimiento social.
Tiene grupos de lectura en Punta del Este con intelectuales de Maldonado, de San Carlos, uruguayos a los que se suman los argentinos en el verano.
Luego empieza el mundo del periodismo. Pola Bonilla tenía una revista llamada La Ballena de Papel. Mecha fue a la Bienal de Venecia y a la vuelta escribió en esa revista sus experiencias sobre la Bienal. Luego María Rosa Atella y Alfredo Testoni la invitaron a formar parte del diario La Mañana y fueron sus mentores en la vida periodística.
Cuando sus hijos empezaron el secundario se mudó a Montevideo y empezó otra movida cultural. Uno de los epicentros fue su casa de Br. Artigas. Allí, en el sótano de la casa, fundó con Elsa Mesa lo que llamaron el Piso 0, donde funcionaba un espacio para charlas, talleres, clases, etc. y se reunió la crema de la intelectualidad uruguaya.
Reflexiona que el uruguayo y el argentino son esencialmente distintos, tienen otro estilo, mentalidades diferentes, formas de vida distintas.
En su libro, “Crónica de Punta del Este” (sección Literatura de este blog) se explica el origen de por qué tantos europeos y argentinos vienen a Uruguay.
Se vinculan y relacionan muy bien pero en algunos lugares conservan sus espacios y no se mezclan, ni aún en suelo uruguayo.
Por ejemplo, en Punta del Este, han existido desde hace mucho los famosos clubes Médanos y La Terraza que eran exclusivamente de argentinos así como el Balleneros era de uruguayos.
Mecha, siempre creadora de puentes, juntó en un almuerzo una vez a las directivas de ambas instituciones en La Terraza en un almuerzo ameno y agradable. Pero luego nunca más se encontraron y el acercamiento no prosperó.
Punta del Este era el punto de encuentro hasta que Perón cierra las fronteras y se produce un quiebre que nunca realmente se cerró del todo.
Nunca se arrepintió de haber dejado la vida más tradicional en Buenos Aires y sintió que en Uruguay se pudo realizar en el campo cultural.
Igualmente viajaba mucho a Europa, donde hizo muchas entrevistas para el diario y a Buenos Aires permanentemente a visitar amigos que conserva hasta el día de hoy como son las familias Lezica Alvear y Beccar Varela. Hoy mismo sus dos mejores amigos son argentinos.
Todas las actividades que protagonizó a lo largo de su rica vida, han sido una de las razones quizás por la que nunca le costó dejar Buenos Aires y no sintió ningún desapego cuando pasó a vivir en suelo uruguayo. La cultura tiende puentes y acerca a la gente y ella lo ha puesto en práctica como nadie. Por eso Mecha sigue siendo hoy una articuladora de posiciones, una generadora de actividades, una promotora de figuras emergentes, una difusora de la cultura, una persona sumamente querida por sus amistades y allegados y una perfecta rioplatense.